FOTOGRAFIA S.O.S.

Fotografía profesional a personas (moda, retrato, glamour, boudoir, etc)

Son muy pocos los fotógrafos profesionales que se ganan bien la vida fotografiando a personas. Solo aquellos que pueden captar con su cámara a personajes ilustres, trabajar para importantes editoriales o grandes campañas publicitarias, pueden seguir viviendo de este mundillo.

Sin embargo, el resto de profesionales, ven cómo la fotografía a personas está desapareciendo para ellos, al no poder abastecer a todo el sector. De seguir así, difícilmente podrán ganarse la vida y posiblemente deberán dejarlo o mantenerlo como una afición.

Lo más curioso, es ver cómo algunos de estos fotógrafos acusan a los intercambios y al intrusismo como máximos responsables de la degradación profesional. Así que lo mejor será analizar por separado ambos términos y ver si son tan dañinos como nos quieren hacer creer:

Los intercambios

Un intercambio se realiza cuando varios profesionales de categorias distintas, se juntan para trabajar gratuitamente cuando, por norma general, cobrarían por lo que hacen.

Un ejemplo: si un fotografo cobra por sus servicios y una modelo cobra por los suyos, pero quieren hacer ambos una sesion de fotos ¿quien debería pagar a quien? Por norma general, quien debería decidir esto es el profesional de mayor caché. Pero tambien es absurdo que uno pague al otro, por lo tanto, si llegan a un acuerdo, pueden trabajar gratuitamente poniendo al servicio del otro su especialidad y corriendo con los gastos a medias. Es por eso que un intercambio entre aficionados, no existe o no se le debería llamar así.

La masividad de intercambios en la fotografía a modelos tiene 3 puntos de vista claramente diferenciados:

1- Se ha perdido la necesidad de pagar por una sesión fotográfica:

Cuando el paro, la crisis y el bajo poder adquisitivo hacen acto de presencia, la gente se libera de los gastos menos necesarios. La fotografía es muchas cosas, pero no es necesaria y menos para quien no se gana la vida con ella. Por otro lado, los pocos dispuestos a pagar, solo buscan gangas ignorando los costes de producción. 

2- Explotar la creatividad (no solo del fotógrafo):

Cualquier persona tiene derecho a dejar fluir y explotar su creatividad creando sus propios proyectos. Si se tuviera que pagar a colaboradores para llevar a cabo una idea personal, sería muy costoso y no valdría la pena. Por lo tanto, lo más inteligente es realizarlos mediante intercambios, pues además también permiten experimentar, investigar o incluso simular un flujo de trabajo.

Los profesionales del sector, e incluso los futuros profesionales, necesitan tener fotografías actualizadas para mostrar sus trabajos. De modo que, durante una época en la cual no surjan trabajos remunerados, lo mejor es recurrir a los intercambios para avanzar y no estancarse.

3- Intercambios que deberían ser remunerados:

El único problema que tiene un intercambio es cuando una de las partes, que colabora en él, se beneficia económicamente y las otras no. Por ejemplo en publicidad, shooting múltiples, cursos o tutoriales, redes de pago, marcas, ventas de productos, etc. A menos que exista un acuerdo en el que todas las partes implicadas tengan algún tipo de interés no económico, la parte que sale beneficiada debería pagar al resto. 

Resumiendo. Los intercambios, lejos de ser dañinos para la profesión de fotógrafo, son necesarios, y el que diga lo contrario miente o carece de pasión por la fotografía a modelos, pues permiten expresar la creatividad con total libertad y sin depender de los gustos de un cliente.

El Intrusismo

El intrusismo viene a decir que aquellas personas que no tengan una titulación legal o no pagan sus impuestos para realizar dicha actividad de forma profesional, son intrusos en una profesión e incluso pueden incurrir en delito.

Lógicamente, a la mayoría de gente que realiza fotografía a personas, le gustaría vivir de ello. El problema es que no abastece a todos, ni todo el mundo está dispuesto a pagar. Por lo tanto, conviene en cada caso saber distinguir intrusismo de afición en la que se pagan ciertos costes.

Resumiendo. Seguro que el intrusismo afecta, en cierta medida, a la profesión. Pero también es cierto que se realiza en muchas otras profesiones y no las degrada tanto. Así que, claramente, el intrusismo no es una de las causas.

Las 7 realidades asociadas al intrusismo y a la degradación de la fotografía como oficio

De pertenecer a un mundo ideal donde la fotografía únicamente fuera profesional, algunas de las siguientes realidades no estarían bien vistas. Pero como el mundo ideal no existe, ni nadie se ha dignado a establecer una reglas, sino que se ha dejado que cada cual campe a su libre albedrío, se envidie el trabajo del otro y se hagan grupitos de fotógrafos que se halagan entre ellos, etc. Tenemos, ni más ni menos, que lo que nos merecemos, que son estas 7 realidades ordenadas, en mi humilde opinión, de menos a más dañina: 

1- Fotógrafos profesionales que ofrecen calidad y excelentes trabajos.

Fotógrafos profesionales que se ganan muy bien la vida, ofrecen una alta calidad fotográfica y le ponen un precio justificado a su trabajo: dignifican la fotografía como profesión.

2- Fotógrafos aficionados que no cobran por hacer fotos.

Cualquier persona tiene el total derecho de convertir la fotografía en su afición. No habría nada más que añadir.

3- Fotógrafos aficionados de calidad, que valoran sus fotos y les ponen un precio coherente.

Un fotógrafo no profesional o ex profesional pero que cobra por sus trabajos de manera eventual, acorde con los precios del mercado o cubriendo gastos. Esto podría ser visto como delito ante la ley y posiblemente no sea del agrado de los profesionales. Pero no se puede negar que no devalúa a la fotografía, si no que la respeta, aprecia y valora, pues no pone precios ínfimos para alejarla de los profesionales pero tampoco le sirve para hacerla su profesión.

4- Fotógrafos profesionales que su calidad está lejana a poderse llamar profesional.

Profesionales que pagan debidamente sus impuestos y permisos para ejercer la actividad pero la calidad de sus trabajos está muy por debajo de lo que se espera hoy día. Es legítimo, no hay duda, pero un profesional siempre debería ser mejor que la mayoría de aficionados o al menos, tener una calidad ejemplar. Desprestigia la fotografía y hace perder la confianza de la gente respecto al oficio.

5- Fotógrafos aficionados que cobran excesivamente barato.

Si un fotógrafo aficionado cobra por sus trabajos, está mal visto; si un fotógrafo aficionado no cobra por sus trabajos, es afición y nadie puede decir nada; pero si un fotógrafo aficionado cobra tarifas ínfimas por sus trabajos, el daño es muchísimo mayor. Al margen de su calidad, poner precios bajos no dignificará nunca a la fotografía como oficio.

6- Fotógrafos profesionales que cobran excesivamente barato.

Otra variante peor, la forman aquellos profesionales del sector los cuales, sea por el motivo que sea (especialidad que no es la suya, estudio de propiedad pagado…), ponen precios absurdamente bajos para atraer clientela pese a que jamás les servirá para ganarse la vida. Por lo tanto, ejercen legalmente, pero no dignifican a la profesión, es más, contribuyen a hundirla.

7- Seres que se hacen pasar por fotógrafo para finalidades oscuras y nada fotográficas.

Nos encontramos ante el peor caso de todos y que, desgraciadamente, se tolera cada día. Se trata de aquellos seres que invierten dinero en la compra de una cámara fotográfica de gama media/alta y se hacen pasar por fotógrafos con la única finalidad de ligar o acosar a chicas.

Por norma general, su calidad no es buena, pero suelen engañar debido a que utilizan automatismos de procesado de otros profesionales, dando a sus fotos un aspecto que suele colar entre los no entendidos.

Normalmente se reconocen por entregar una cantidad de fotografías extremadamente elevadas y en tiempo récord. Usan un procesado similar en todas ellas, también en aquellas en las que no funciona, dejando constancia la poca dedicación prestada. Incluso suelen decir que cobran cuando en realidad, la mayoría de veces realizan su trabajo pagando o como mucho gratuitamente.

En este mundillo en el que muchos creen que cuantos más likes tengas, mejor caigas en general a los demás, o más hagas la pelota a la cúpula de ciertos fotógrafos, mejor fotógrafo eres, es de entender que este tipo de seres continúen ahí, y es que cambian sus halagos por inmunidad y amiguismo.

Octava realidad?

Se dice que una mentira contada muchas veces termina pareciendo una verdad. Y que una mentira contada por alguien que pensamos que es de fiar o que tiene cierta cantidad de seguidores también lo es. Pero no debería ser así.

Esta octava realidad, la ocuparían algunos fotógrafos que, sea por ego, por mantener un cierto prestigio, por ser reconocidos, o por encontrar un filón anexo a la fotografía, comienzan por grabar videotutoriales didácticos y terminan por convertirse en personajes frikis de “sálvame deluxe”, criticando a todo y a cualquiera que no les ría las gracias.

Desgraciadamente, a veces son fotógrafos refutados que se inician con videotutoriales muy instructivos. El problema es que cuando se les agotan estos temas, utilizan su alto seguimiento para hablar de cualquier cosa y hacer creer a los demás que una mentira, contada por ellos, se convierte en una verdad.

Y lo peor de todo, es que muchas veces toleran a los acosadores (punto 7) por simple seguimiento y amiguismo, y concentran sus críticas en otros fotógrafos o disciplinas más que respetables.

Pero volviendo al tema, entonces, ¿qué motivos son los realmente culpables si no lo son los intercambios y el intrusismo?

Pues son tres y estamos conviviendo con ellos cada día desde hace muchos años: la tecnología, las redes sociales e internet. Hablemos de ellos por separado:

La Tecnología

La fotografía digital, dio relevo a la fotografía analógica, provocando un momento de terror e incertidumbre en el sector. Este cambio supuso buenas noticias para unos y malas para otros. Los que no se supieron adaptar o no eran tan buenos cayeron en picado, pero permitió poner la fotografía al alcance de “todos” y no por abaratarse, si no por facilitar enormemente la práctica y el aprendizaje.

Y es que, la fotografía analógica, muchas veces se aprendía por herencia familiar o por ser discípulo de alguien o por estudiar en una escuela especializada, muy poca gente aprendía a base de leer libros o practicar de forma autodidacta debido a su alto coste. Eso hizo que gozara de cierta estabilidad profesional, ya que los aficionados no veían una forma de introducirse en ella de forma tan sencilla como lo es hoy día.

Pero este paso de analógico a digital, solo supuso separar el trigo de la paja y no un daño grave. El verdadero problema, del que incluso hoy día aún hay gente que no se ha dado cuenta, es la aparición de los smartphones y sus cámaras y aplicaciones.

Estos pequeños aparatos, se han convertido en casi nuestra propia sombra, pues nos acompañan allá donde vamos. Y si además de poder realizar llamadas, recibirlas, jugar, o llevar decenas de aplicaciones para amenizar nuestra vida cotidiana, resulta que se les incorpora una cámara que permite poder tomarnos una foto en cualquier sitio o inmortalizar algo en cualquier momento, ¿quién necesita a un fotógrafo?

Ejemplo real de lo dañina que es la aparición de las cámaras en los smartphones:

Pongamos un caso cotidiano, anterior a la aparición de los Smartphone, en el que a una chica le regalan un vestido. Tras comprobar lo bien que le queda, siente la necesidad de mostrárselo al mundo. Por lo tanto decide hacerse unas fotos con él y para ello busca a un fotógrafo, contacta con él, le pide lo que quiere, hablan de tarifas o no, deciden día y lugar para la sesión, realizan la sesión fotográfica ese día y, días o semanas más tarde, la chica tiene sus preciosas fotos.

Cuando esta chica consiga sus fotos, el trabajo final le encantará, pero la ilusión del momento por verse con ese vestido, ya habrá pasado.

Este mismo ejemplo, hoy en día, concluye en el momento en el que la chica se prueba el vestido. Solo tiene que ponerse frente a un espejo, sacar su Smartphone y hacerse cuantas fotos quiera. De frente, de perfil, de medio cuerpo, de cuerpo entero… y lo mejor para ella, las tiene al momento, justo en el punto de la máxima ilusión que siente por él, pudiendo compartirlas en redes sociales con el propio dispositivo.

En definitiva. La aparición de las cámaras en los Smartphone es lo más dañino para la fotografía.

Las redes sociales

Simbolizan la precocidad, el ansia y las prisas para obtener algo rápido. La gente asidua a redes necesita mostrar a todo el mundo el ahora. Una foto hecha y colgada al instante, al día siguiente perderá gran parte de su interés. Pero las redes sociales también sirven para aparentar y mostrar riqueza o felicidad extrema, mostrar tendencias, provocar envidias o incluso a veces mostrar penurias y pobreza para infundir lástima.

Con toda la parte de aparentar, un fotógrafo puede competir, pero con la parte de rapidez es imposible, pues como ya hemos visto antes, nuestro querido Smartphone puede realizar y colgar las fotos al momento sin necesidad de nada más.

Lo más curioso de la aparición de las redes sociales, es que fomentan muchísimo la fotografía, pero no la profesional ni siquiera la amateur, si no la de mucha gente que incluso carece de conocimientos básicos. De esta manera, se crean tendencias fotográficas erróneas que las personas que no entienden aceptan y por lo tanto, agravan aún más el empobrecimiento de esta disciplina, pues permiten que un error, visto muchas veces, no parezca un error.

Internet

Antes hemos hablado de lo “complicado” que era aprender fotografía analógica debido a la dificultad que había a la hora de obtener información y aprendizaje. Sin embargo, hoy día, con la era digital y la aparición de internet, cualquiera puede aprender fotografía digital gratuitamente desde su ordenador o Smartphone gracias a los videotutoriales. Las técnicas más avanzadas de edición o manejo de la cámara, al alcance de cualquiera gratuitamente o a un módico precio.

Y es que, los videotutoriales fotográficos, son comprensibles si detrás hay una tienda de fotografía. Obviamente, cuanto mayor número de aficionados y profesionales haya, mayor número de ventas tendrán y eso les beneficia a corto y largo plazo. Al mismo tiempo, los videotutoriales de retoque y procesado, son comprensibles si detrás se tiene una tienda o marca de software para dicho fin.

Pero que los videotutoriales los creen los mismos fotógrafos profesionales que echan la culpa a los intercambios y al intrusismo… no tiene demasiado sentido.

 

Conclusiones

Hay una cosa que debería tener clara todo el mundo. Cuando en una profesión, por el motivo que sea, algunos aficionados son capaces de conseguir una mayor calidad, trato y creatividad en sus fotos que un fotógrafo profesional que se dedica y vive de ello, es porque algo no va bien.

Además, cuando un fotógrafo profesional culpa a los intercambios y al intrusismo e ignora la aparición de los smartphone, las prisas locas de las redes sociales y además de eso realiza videotutoriales, de pago o gratuitos, para fomentar que la gente aprenda fotografía y/o mejore sus técnicas, ¿no es como tirar piedras contra tu propio tejado?, ¿no es cómo decir, mientras a mí me de algo de dinero que se pudra el oficio?

Así pues, la era digital acercó la fotografía al aficionado; los smartphone acercaron la fotografía al resto; las redes sociales incentivaron las prisas en obtener fotos; e internet consiguió que cualquier aficionado supiera manejar su cámara, procesar y retocar como cualquier profesional. Si después de esto, aun existe alguien que cree que la culpa la tienen los intercambios y el intrusismo, es que aun no es consciente de que la fotografía esta llegando a su fin en la vertiente profesional.

Por lo tanto, si en su día se hubieran aparcado egos, culpas, peleas y envidias entre todos los que formamos parte de la fotografía, sea profesional o amateur; se hubieran puesto unas pautas a respetar, se hubiera exigido un mínimo a los modelos y no se hubiera dejado que esto se convirtiera en una bola de nieve imparable que arrasa con todo, quizá se hubiera podido salvar. Pero a día de hoy, salvo milagro, muchas especialidades de fotografía están destinadas a desaparecer como profesión y quedarse solo como afición.

 

©Juan Antonio García